Crecí sin una figura paterna, crecí con mamá, abuela, tíos…
en un ambiente sano donde se demostraba poco afecto, pocos abrazos, pechiches, etc.
Hoy día miro atrás y no recuerdo que me hiciera falta un
padre, me miro y veo una niña normal, viviendo lo que la vida le iba presentando.
También analizo mi presente, y veo como es mi esposo con
nuestros hijos, amoroso, atento, juega con ellos, responsable, detallista… y se
me crece la lista de todo lo bonito que veo entre ellos.
Entonces … ¿Realmente necesité una figura paterna?
Es una respuesta difícil, porque por muchos motivos puedo
decir NO, pero viendo mi presente, también me hubiese gustado vivir esa
experiencia, salir con mi padre, tener una conversación sana y agradable, sentir
apoyo y contar con el en los momentos donde me sentí débil, escuchar un te quiero,
ir a un estadio, compartir un partido etc.
Como no tuve una figura paterna en las etapas más importantes
de mi vida, quiero y deseo que mis hijos vivan todo eso que no viví, que
disfruten de su padre, que sean cómplices y muy felices.
Quiero que ese lazo sea cada día más fuerte, que cuando
recuerden cada etapa vivida al lado de su padre sea para ellos un tesoro invaluable
lleno de mucho amor.